El juego vuelve a comenzar

Cómo una pequeña ciudad de Indiana consiguió revivir las carreras de motocicletas después de ‘la guerra que iba a acabar con todas las guerras’

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL supuso un hiato en muchas cosas, ya que no sólo afectó a la industria de las motocicletas sino al mundo en general. Cuando la guerra tocó a su fin en 1918, nadie sabía con seguridad cómo, cuándo o incluso si las cosas iban a volver a ponerse en marcha en el mundo de las motocicletas. Por eso, cuando en 1919 la Motorcycle and Allied Trades Association (predecesora de la AMA) organizó una gran competencia de motocicletas en carretera en Marion (Indiana) el fin de semana del Día del Trabajo, la asociación estaba asumiendo un gran riesgo.  

Los principales fabricantes con escudería aceptaron participar: Harley-Davidson®, Indian, y Excelsior-Henderson. Pero la escasez de combustible había impedido la celebración de carreras durante la guerra, y el número de participantes civiles había disminuido debido al descenso en la fabricación de motocicletas y al elevado número de hombres que habían sido enviados al frente.  

Los pilotos iban a competir, pero ¿acudiría alguien a verlos? El circuito consistía en un recorrido de ocho kilómetros por carreteras rurales en torno a Marion, y los participantes tenían que dar 40 vueltas al circuito para completar las 200 millas (320 km) de la carrera. Los cruces se habían peraltado ligeramente y las curvas a la derecha redondeado para permitir alcanzar mayores velocidades. Se trataba, por supuesto, de carreteras sin asfaltar, por lo que el mayor problema era el polvo. En el recorrido de prueba se produjeron diversas situaciones de peligro, cuando varios pilotos estuvieron a punto de chocar entre sí y con objetos como buzones de correo. La solución fue engrasar la superficie de la carretera y recubrirla de gravilla. Sin embargo, esto causó un nuevo problema: la fuerza con que la gravilla salía disparada de los neumáticos traseros dañaba a los pilotos y las máquinas que los seguían.  

El día de la carrera, el antiguo piloto de aviación de la 1ª Guerra Mundial, Otto Walker – luciendo un casco que había arrebatado a un piloto alemán – comenzó dominando la carrera y se mantuvo a la cabeza durante los primeros 200 kilómetros. Después sufrió problemas mecánicos y tuvo que ceder ante su compañero en la escudería H-D®, Leslie ‘Red’ Parkhurst, y Teddy Carroll, piloto de la escudería Indian, la principal rival de H-D. Parkhurst fue el que consiguió alzarse con la victoria con un crono de 3 horas, 6 minutos y poco más de 33 segundos. El segundo y tercer puestos fueron ocupados por los pilotos Ralph Hepburn y Otto Walker, ambos de la escudería Harley-Davidson.  

Sin embargo, aun más importante que el resultado de la carrera fueron las cifras de asistencia. Se calcula que el número de personas que acudieron a verla fue de 15.000 espectadores, muchos de los cuales llegaron conduciendo sus propias motocicletas desde lugares tan distantes como la costa oeste del país. Durante el evento se ocuparon más de 700 habitaciones en los hoteles de la zona y algunos residentes locales llegaron a acoger a los aficionados en sus hogares. La revista ‘Motorcycling and Bicycling’ escribió que el sonido de la motocicletas llenaba ‘todas las calles de la ciudad’. Entre los asistentes a la prueba se incluían los fundadores de la Company, Walter Davidson y William S. Harley.  

El éxito de la carrera de 1919 llevó a la repetición del evento en 1920. Se volvió a organizar la carrera del año anterior y se llevó a los veteranos de la Guerra Civil que residían en el hogar nacional de acogida de soldados de la zona a recorrer el circuito en sidecar. Red Parkhurst se encontraba entre los que se ofrecieron a hacerlo y durante el fin de semana empezaron a aparecer por todas partes carteles de cartón con la leyenda ‘He donado mi sidecar para sacar a pasear a un excombatiente ¿y tú?’.  

Sin embargo, el momento más histórico de 1920 se produjo después de la carrera. Unas horas antes, el piloto de Harley- Davidson, Ray Weishaar, había adoptado una cría de cerdo en una granja local, que llevó consigo a todas partes mientras estaba en la zona de boxes. Weishaar ganó la carrera tras recorrer a la vertiginosa velocidad de más de 114 km/h los 320 kilómetros de la prueba, fijando así un nuevo récord. En la foto tomada después de finalizar la carrera, Weishaar decidió retratarse con su nueva mascota ‘Johnny’, lo que dio lugar a que los periodistas empezaran a utilizar la palabra ‘hog’ (cerdo) para referirse a los pilotos Harley- Davidson y sus motocicletas.  

Las carreras 1919 y 1920 fueron algo más que un fin de semana de velocidad y diversión. La Primera Guerra Mundial había diezmado el mercado de venta de motocicletas civiles, y varios fabricantes tuvieron que cerrar sus puertas de forma permanente. Eso llevó a la clausura de un gran número de concesionarios, mientras que otros hicieron frente a la crisis con la venta de motocicletas de segunda mano, accesorios y servicio de taller.  

Estas carreras, especialmente la primera, supusieron el renacer del motociclismo: el regreso triunfal de un deporte que muchos todavía amaban. Citando las palabras de un periodista en 1919: “El juego vuelve a comenzar”.  

Los trofeos y fotos originales de las legendarias carreras de Marion (Indiana) se exhiben en el Harley- Davidson Museum® de Milwaukee.


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